Observatorio de Financiamiento para el Desarrollo. Nota Técnica Nº 6, marzo – agosto 2024
ISSN digital: 2806-5603 y ISSN: 2806-559X
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La función de financiamiento de las inversiones iniciales no debe equipararse al
financiamiento de los servicios que se prestarán a lo largo del contrato. Estos servicios
deben pagarse con fondos públicos o con el cobro a los/as usuarios de aranceles o tarifas.
En ambos casos se requerirán fondos públicos, ya que aunque en el segundo caso la
ciudadanía pague por los servicios, si el sector público no quiere que se den exclusiones
por razones económicas deberá coparticipar. Adicionalmente al fondeo de los servicios
se agregan los fondos que serán necesarios proveer en el caso de, por ejemplo, la
subutilización se los servicios si el contrato incluye cláusulas de uso o ingreso mínimo para
mitigar el riesgo. Estos compromisos, o también llamados pasivos contingentes, terminan
generando endeudamiento público que no es contabilizado como tal.
Con respecto a los resultados, la evidencia, sobre todo en el área social, señala que hay
importantes riesgos que considerar. Alonso y otros (2015) señalan que:
a pesar de existir abundante literatura que analiza y evalúa el modelo de APP, los
estudios que han buscado establecer recomendaciones globales sobre las APP no
han sido exitosos, ya que les ha sido imposible establecer de manera cierta que las
APP generan mayor valor por dinero que el método tradicional. (2015, p. 4)
Para ello utilizan dos estudios realizados por la Oficina Nacional de Auditoría (National
Audit Office -NAO) del Reino Unido (2009) y la Comisión Europea (2014).
4. El retorno de la deuda pública
La deuda pública se ha constituido en una fuente de financiamiento creciente en la región.
Originalmente, la deuda provenía de organismos multilaterales, sin embargo, en las
últimas décadas ha adquirido relevancia el endeudamiento a través de bonos soberanos
con acreedores privados, lo cual genera riesgos adicionales.
El endeudamiento no es un fenómeno nuevo en América Latina, así como las crisis
derivadas de la misma. La crisis de la deuda de las décadas de los 80s y 90s dio lugar a
fuertes reformas económicas en el marco del Consenso de Washington con el objetivo de
controlar la inflación, los desequilibrios externos, el déficit fiscal y reestructurar la deuda
externa para garantizar su sostenibilidad. Los retrocesos sociales y económicos derivados
de la reforma hicieron que la década se llamase “década perdida”.
Durante la última década, el endeudamiento ha ido creciendo. Esta situación se agravó con
la pandemia, ubicando a los países de América Latina en una situación de alto riesgo, ya
que los principales indicadores están llegando a sus niveles máximos como, por ejemplo,
la deuda con respecto al PIB, a las exportaciones o a los ingresos (Latindadd, 2023). Los
últimos datos disponibles para América Latina señalan que los servicios de la deuda ya
representan el 7.3% del PIB, el 31.4% de los ingresos y el 26.5% del total de gastos. El
servicio de la deuda representa el 64% del gasto social, superando ampliamente los gastos
en salud, educación o protección social (Debt Service Watch, 2023).
A medida que aumenta la deuda, mayores niveles de ingresos del Estado deben destinarse
al pago de los servicios de ésta, disminuyendo los recursos disponibles para las
prestaciones públicas. Los servicios de la deuda están aumentando dado el incremento de
las tasas de interés así como de la inflación y de la cotización del dólar, lo cual además
genera una mayor presión por la extracción de recursos naturales, agravando aún más la
crisis climática.