Observatorio de Financiamiento para el Desarrollo. Nota Técnica Nº 5, septiembre 2023 – febrero 2024
ISSN digital: 2806-5603 y ISSN: 2806-559X
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Las sociedades del mundo han atestiguado, en el transcurso del siglo pasado, la
emergencia y progresiva generalización de la tarjeta de crédito como medio de pago. Tal
es la importancia de este instrumento financiero que, en Ecuador al año 2022, se llevaron
a cabo 90 millones de operaciones con esta modalidad (Asobanca, 2022). No obstante su
cotidianidad, el conocimiento sobre cómo operan dichos productos financieros, así como
la forma en que acumulan y cobran intereses es escaso. En este sentido, el presente
artículo explica la naturaleza y funcionamiento de un tipo de producto financiero que se
deriva de las tarjetas de crédito o crédito de consumo y, al ser poco conocido y tener un
tipo de acumulación de intereses particular, es potencialmente riesgoso para el común de
los consumidores; este es: el crédito revolvente o revolving, en inglés.
La línea de crédito revolvente
En apariencia, una línea de crédito revolvente no difiere de una tarjeta de crédito
tradicional; sin embargo, su particularidad se encuentra en el modo que contractualmente
se define la devolución del crédito y la forma en cómo se acumulan los intereses con cada
consumo. Mientras una tarjeta de crédito tradicional fija un cupo por periodo y la
devolución se efectúa por cuota fija o por porcentaje de deuda tomando en cuenta los
intereses generados, en la modalidad de pago de una tarjeta revolving, el cupo se va
renovando conforme se abona la deuda, no solo devolviendo al cliente la disponibilidad
del crédito, sino que motivando la posibilidad de consumo y generación de intereses con
costos adicionales (Metola, 2018).
Ahora bien, en una primera instancia, los créditos revolventes parecen ser productos
financieros de gran utilidad pues permiten un flujo permanente de crédito para sus
clientes de acuerdo con su consumo; mientras esta afirmación es cierta, es necesario
comprender el funcionamiento de dichos créditos en tanto son parte de un modelo de
negocio de las entidades financieras emisoras con alta rentabilidad.
Cuando se adquiere una tarjeta de crédito, que incluye un crédito revolving, el emisor
formaliza tanto el cupo como una cuota mínima a los que deberá estar sujeto el cliente; en
este proceso, la entidad emisora es capaz de generar gastos de emisión, comisiones de
apertura u otros gastos como convenios con aseguradoras. Así, una vez puesta en
operación la tarjeta y conforme el cliente consuma el cupo, al momento de la fecha de
vencimiento, el cliente podrá cancelar la cuota mínima o el saldo de contado (es decir la
deuda total menos el saldo de los diferidos). Si elige la primera opción, el saldo continuará
generando intereses a la vez que vuelve a tener disponible el cupo del crédito renovado
(Metola, 2018).
En el transcurso de las operaciones descritas anteriormente, la emisora puede aumentar
el saldo disponible, lo que, en una visión conjunta, hace de los créditos revolving una
especie de línea permanente de crédito que, en esencia, crea una ficción en la que el
cliente dispone indefinidamente del dinero prestado por la entidad financiera cuando lo
que en realidad sucede es que, la posibilidad de acumular indefinidamente intereses por
pagar se vuelve la relación cotidiana del cliente con su producto financiero; esta
peculiaridad de las tarjetas revolving es mejor ilustrada por la metáfora del efecto de la
bola de nieve que se explica más abajo.